De pie: Miguel, Jose, Alberto, Andrés, Miguel (2º entrenador), Alfonso (entrenador), Juanjo, Ángel y Pablo Abascal.
De rodillas: Pablo, David, Rafa, Luis, Jorge, Jose Luis y Javi.
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Para un humilde club de baloncesto del casco antiguo como nosotros, nacidos al amparo del patio del colegio de nuestros hijos, éste es nuestro único capital: Querer es poder.
Tenemos que luchar "en igualdad de condiciones" con históricos clubes de municipios cercanos, cobijados bajo las arcas municipales de sus ayuntamientos, que no escatiman recursos -actitud muy loable- en apoyar a sus jóvenes deportistas. De la misma manera, contra los poderosos clubes de la ciudad, con magníficas instalaciones junto al Guadalquivir, que son suficiente atractivo para que las perlas de nuestra cantera, y de clubes similares al nuestro, sueñen con lucir sus camisetas y pertenecer a un gran club con historia. Pero, a veces, las cosas no son como siempre han sido, e irrumpe en el campeonato un equipo de "pobrecitos" con los que nadie contaba y se cuelan en el Olimpo con toda la osadía que les da el fruto de su esfuerzo: Querer es poder.
La mejor generación de nuestro club, todos nacidos con el siglo, un grupo de chavales que son más que amigos, donde a pesar de la enorme calidad de algunos, nadie es más que nadie. Magníficos estudiantes, que saben compaginar sus horas de estudio con sus entrenamientos, momentos de ocio o estudios profesionales en el conservatorio. Que lo mismo te deleitan con una canasta antológica que con una suite de Bach al chello que conmovería al mismísimo Rostropovich. O alternan una locura inexplicablemente magnífica frente al aro con jazzísticos toques de trompeta que serían la envídia del negro Armstrong. Éstos son nuestros chavales, capaces de remontar un tanteo adverso de veinticinco en el tercer cuarto hasta forzar una prórroga y ganarla. Querer es poder.
Los dos últimos partidos han puesto a prueba la resistencia de nuestros sufridos corazones, pero su tesón y entrega hacen que lo imposible sea realidad. Como si no, un chaval al que hace dos años le destrozaron la pierna postrándolo a estar meses sin salir de su casa, puede jugar como lo hace igualando partidos imposibles como si fuera un entrenamiento. Querer es poder.
Son grandes amigos, grandes jugadores y mejores personas. Ya sólo nos queda soñar...
Y los sueños se cumplen.
Tenemos que luchar "en igualdad de condiciones" con históricos clubes de municipios cercanos, cobijados bajo las arcas municipales de sus ayuntamientos, que no escatiman recursos -actitud muy loable- en apoyar a sus jóvenes deportistas. De la misma manera, contra los poderosos clubes de la ciudad, con magníficas instalaciones junto al Guadalquivir, que son suficiente atractivo para que las perlas de nuestra cantera, y de clubes similares al nuestro, sueñen con lucir sus camisetas y pertenecer a un gran club con historia. Pero, a veces, las cosas no son como siempre han sido, e irrumpe en el campeonato un equipo de "pobrecitos" con los que nadie contaba y se cuelan en el Olimpo con toda la osadía que les da el fruto de su esfuerzo: Querer es poder.
La mejor generación de nuestro club, todos nacidos con el siglo, un grupo de chavales que son más que amigos, donde a pesar de la enorme calidad de algunos, nadie es más que nadie. Magníficos estudiantes, que saben compaginar sus horas de estudio con sus entrenamientos, momentos de ocio o estudios profesionales en el conservatorio. Que lo mismo te deleitan con una canasta antológica que con una suite de Bach al chello que conmovería al mismísimo Rostropovich. O alternan una locura inexplicablemente magnífica frente al aro con jazzísticos toques de trompeta que serían la envídia del negro Armstrong. Éstos son nuestros chavales, capaces de remontar un tanteo adverso de veinticinco en el tercer cuarto hasta forzar una prórroga y ganarla. Querer es poder.
Los dos últimos partidos han puesto a prueba la resistencia de nuestros sufridos corazones, pero su tesón y entrega hacen que lo imposible sea realidad. Como si no, un chaval al que hace dos años le destrozaron la pierna postrándolo a estar meses sin salir de su casa, puede jugar como lo hace igualando partidos imposibles como si fuera un entrenamiento. Querer es poder.
Son grandes amigos, grandes jugadores y mejores personas. Ya sólo nos queda soñar...
Y los sueños se cumplen.