¿Han
visto ustedes la película protagonizada por Bill Murray en la que el mismo día,
con idénticos acontecimientos y situaciones, se repite una y otra vez? Pues en
esa andamos con nuestros cadetes masculinos. El partido en cancha de Maristas
repitió los parámetros de las dos mínimas derrotas anteriores: aparente
superioridad –dentro del equilibrado nivel del grupo- que no sirve para romper
el marcador con la suficiente amplitud para evitar un angustioso final, en el
que, una vez más, palmamos.
De
verdad que parecíamos superiores, física y técnicamente, pero
–incomprensiblemente- los chavales de Los Remedios nos anotaban una y otra vez,
casi sin oposición bajo el aro, neutralizando las ventajas que nos daba un Pepe
que hizo los primeros once puntos del equipo desde dentro de la zona. Daba la
sensación de que a poco que apretáramos atrás abriríamos brecha, pero sucedió
lo contrario, reiterándose algo que empieza a ser habitual, y es la acumulación
de faltas que nos sacan del partido muchos minutos a jugadores cuya intensidad
suele facilitar la faena.
Con
mínimas rentas de uno y otro discurrió todo el partido hasta que, a mediados
del último cuarto, un arreón de los locales abrió una ventaja de seis que se
antojó insalvable, pese al esfuerzo hasta el final de nuestros chavales, que
nos dejó a solo tres amargos puntos de una victoria que empieza a resistirse
demasiado.
Volvemos
a perder sin ser inferiores, con aspectos evidentes pero de compleja
corrección: hemos perdido frescura defensiva, llegamos tarde, pasamos mal los
bloqueos y nos empecinamos en meter manos que cuestan faltas, porque no
cortamos ya las líneas de pase. En transición, salimos lentos al ataque, porque
no somos capaces de cerrar con solvencia el rebote y porque nos empeñamos en
botar y no en hacer correr el balón.
Apenas damos asistencias, bien por falta de visión, bien por falta de
circulaciones y bloqueos que faciliten posiciones de canasta fácil... Y, a
pesar de todo, casi siempre estamos en condiciones de ganar hasta el final,
donde se está imponiendo la Ley de Murphy, en parte –también- porque se nos
nubla la razón para leer las situaciones de partido.
Sin
duda, esto lo vamos a cambiar porque hay talento e implicación. Toca recuperar
el ánimo y crecer desde el trabajo y la humildad sin complejos. Seguro lo vamos
a conseguir.
En
IMD, la lluviosa tarde del viernes nos dejó sin el partido contra el Macasta de
primer año, que queda aplazado. El sábado por la tarde se jugó el último cuarto
pendiente con Salesianos, en el que, después del varapalo en federados de un
par de horas antes, había que andarse con ojo con un equipo grandón y siempre crecido
en su pista. Con los más de veinte de diferencia que se traía, se trataba de no
darles opciones de meterse en frío en el partido, y lo hicimos de la forma más
elemental. Una dinámica zona 2-3 para proteger a unos jugadores cansados y
cerrar el rebote, que funcionó sin fisuras, y un ataque agresivo y con
licencias como las que propiciaron dos canastones de Arturo, recordando el
mítico sky hook de Jabbar. Al final, un 11-2 que dejó un resultado de 46-14
para una clasificación inmaculada tras diez jornadas.
José Carlos Cutiño
Delegado de Equipo